Daniela Muriel
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A pesar de las vicisitudes históricas, las prohibiciones y las innumerables dificultades, las mujeres siempre hemos pensado y siempre hemos escrito. De hecho, las mujeres escritoras han estado presentes en la literatura universal inclusive en tiempos en los que sus voces parecían imposibles. En Mesopotamia Enheduanna firmaba sus poemas antes que cualquier otro escritor en la historia y Safo de Lesbos deconstruía el género y la sexualidad en la Antigua Grecia. Son varios los precedentes de literatura hecha por mujeres en la antigüedad, una época pensada exclusivamente para héroes y guerras en la que el papel de la mujer parecía reducirse a ser mercancía, musa o amante por antonomasia. Sin embargo, es gracias al movimiento feminista que la literatura hecha por mujeres se ha construido con una extraordinaria vitalidad y en las últimas décadas se ha convertido en un elemento fundamental en la subversión de las prácticas y narrativas hegemónicas.
De la mano del feminismo, la literatura feminista se consolida como una escritura que reivindica su papel en la literatura a partir de la disputa del sentido del mundo. Es decir, en sus textos siempre se gesta la oportunidad de crear un mundo nuevo y así deconstruye la poética convencional del patriarcado a partir de narrativas comprometidas en múltiples formatos, historias y caminos. Sobretodo, en la literatura feminista el deseo femenino busca realizarse en el pensamiento y desde la reinvención constante de la narrativa intenta vencer al discurso que sustenta el poder que al fin y al cabo, es el mismo discurso que construye esta realidad egoísta e insensible que funciona en los términos de la acumulación y los deseos utilitaristas del capital. La literatura feminista es una literatura que reconoce y honra la otredad, que insubordina y subvierte la realidad caótica de un presente que merece recrearse y re pensarse de múltiples maneras.
Esta es entonces una invitación a honrar la literatura feminista para comprender cómo se construyen sus reflexiones sobre el mundo y sus posibilidades a partir de la experiencia femenina en el mundo, para sentir cómo en la construcción literaria las mujeres nos convertimos en un sujeto activo de la historia, en un agente de nuestra propia significación. La literatura feminista se construye a partir de una fuerza tejedora que no cree en héroes sino en redes de afectos, que salvaguarda la memoria y que avanza sin miedo a dar miedo y sin miedo a acoger, a existir sin la necesidad de anular al otrx, al diferente, al múltiple, sin miedo a dislocarse mientras se imagina y se construye a sí misma y al mundo.
Esta es también una invitación para que nos animemos juntas a pensar lo que se nos de la gana, a conocer y crear vínculos entre nosotras como lectoras, como escritoras; a alimentar la praxis feminista del pensamiento a través de una conversación, un coro con vocación colectiva que disloque el conocimiento hegemónico y el sistema decadente que lo sustenta. A fin de cuentas, la literatura feminista existe para aportarle a un mundo que se ha representado limitadamente desde la oligarquía. Una oligarquía que ha institucionalizado una civilización autodestructiva, limitada y androcéntrica que nos afecta a todxs. Esta es una invitación a leer y escribir juntas literatura emancipadora para cambiar el mundo desde lo profundo y lo ligero, desde lo que nos resuena en el cuerpo y en la memoria.